Oficios tradicionales se resisten a morir

Algunos negocios se han tenido que adaptar a los nuevos tiempos para continuar ofreciendo su servicio al cliente

Aunque muchos oficios tradicionales han desaparecido y otros se encuentran prácticamente a nada de extinguirse, hay quienes continúan haciendo su trabajo para seguir brindando el servicio a la población, incluso adaptándose a las nuevas tecnologías para no dejar que estos negocios se pierdan.

A lo largo de los años, en Saltillo han trabajado zapateros, relojeros, cerrajeros y la labor de los escritorios públicos, siendo los mismos dueños o encargados quienes manifestaron que algunos de sus procesos se han tenido que automatizar para reducir tiempos y satisfacer al cliente.

ZAPATERO, UNA PASIÓN HEREDADA
Jesús Rivera García ha aprendido a elaborar calzado con piel auténtica, desde botines, hacer costuras o reparar mochilas, oficio que le inculcó su padre, Raúl Rivera, desde que era un niño, por lo que continúa haciéndolo en su memoria.

“Este oficio de elaboración y reparación de calzado es de tradición familiar, una herencia de conocimientos que no cambio por nada”, expresó.

El aprendizaje inició desde niño, fue mandadero en el taller de su padre; después, poco a poco, le enseñó a reparar calzado, remendar, pintar y luego las habilidades para armar el nuevo calzado, con retazos de auténtica piel.

Actualmente este oficio es su sustento y distracción, el cual le ha dado muchas satisfacciones y que en estos tiempos está a punto de extinguirse, pero a la vez se convierte en todo un reto para continuar la tradición, pues son 57 años de esfuerzo.

Jesús Rivera se ha ganado la confianza de sus clientes con su trabajo, el cual requiere paciencia y habilidades para hacer cortes a la medida.

Mencionó que de los buenos zapateros quedan pocos en la ciudad, además de que son auténticos, sin demeritar el trabajo de otros, pero dijo que tiene el agrado de aprender con vocación de servicio.

“De hecho, muchos de los clientes que han llegado en busca de reparar su calzado ya vienen de otros talleres, en los que se los dejan mal y con deficiencias, pero aquí vuelven a quedar prácticamente satisfechos”, expresó.

Lamentablemente este oficio de reparar calzado tiende a desaparecer conforme se generaliza el calzado comercial, ya que la mayoría de los zapatos son de baja calidad.

La tendencia a las nuevas modas ha obligado a Jesús a demostrar que lo nuevo no siempre es lo mejor, sino que es importante perdurar la tradición de corte de piel, que se elabora y cose a mano con garantía de calidad.

Su taller, que es su pasión, lo ha diversificado con la reparación de mochilas, colocando cierres e incluso cambiando de color el calzado, además de poner suelas y tapas.

“Con tanto comercio e industria nueva, ya no es lo mismo. La mayoría son imitación de piel”, externó.

“Mi padre me enseñó a trabajar honradamente y siempre agradecer con buen trato, al servicio de los ciudadanos. Es un orgullo seguir esta tradición y continuar con el oficio de zapatero en memoria de quien me dio la vida y dedicó su tiempo para que yo aprendiera, lo aprendido lo hago con amor, pues así debe ser todo trabajo. Disfrutar cada momento y con pasión reparar el calzado”, compartió Jesús Rivera García.

CERRAJERÍAS AUTOMATIZADAS
Otro de los oficios que prevalecen y que también se han sumado a los avances tecnológicos es el de los cerrajeros, especialmente en la elaboración de llaves.

En la Cerrajería Sargent, típico negocio ubicado en el Mercado Juárez, labora un hombre al que los clientes conocen como Sargento.

Aquí se pasó de la clásica elaboración de llaves, que eran esmeriladas y sostenidas con muelas de torno, para luego limar y dar el acabado a cada una, a automatizar el procedimiento.

Actualmente una copia o hechura nueva de llaves se realiza en cinco minutos o menos, cuando anteriormente tardaba una hora e incluso más tiempo.

Las cerrajerías se encontraban al borde de la extinción si no se adaptaban a las nuevas circunstancias de trabajo.

Ahora se cuenta con equipo automatizado para hacer copias y duplicados. Además tienen máquinas computarizadas y los productos se adaptan a las necesidades del cliente.

Este oficio avanza a la par de las nuevas tecnologías, pero no pueden dejar de lado la intervención manual para hacer ajustes o reparaciones.

EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
El oficio de escritorios públicos está prácticamente por desaparecer, pues la tecnología ha impactado de manera directa.

El uso de computadoras, celulares, tabletas y otros dispositivos digitales han provocado que se tenga recelo entre los pocos escritores públicos que aún existen.

Lo anterior debido a la facilidad con que es posible escribir en los dispositivos electrónicos, así como también en lo rápido que es enviar un documento, incluso hasta otras partes del mundo.

En el Mercado Juárez hay solamente dos espacios dedicados a este oficio, uno en cada planta, pero en ambos es mínima la afluencia de clientes.

Los que acuden solicitan transcribir cartas de amor o poemas. Además piden hacer cartas para enviarlas a ejidos o para redactar documentos oficiales.

Incluso se informó que hay quienes van para hacer correcciones o llenar solicitudes.

Por la poca demanda del servicio de escritos a máquina, que ha sido desplazado por la tecnología, se diversifica con la venta de dulces, pero este oficio está prácticamente al borde de la extinción.

SE ADAPTAN RELOJEROS
Aunque la tecnología avanzó en cuestión de relojes, pues ahora existen muchos digitales e incluso con conexión a internet o los de recarga solar, el oficio del relojero continúa, pero se ha tenido que adaptar a las tendencias que existen.

Salvador Badillo Gallegos aprendió este oficio desde hace más de 20 años. Tiene su taller de reparación en la planta baja del Mercado Juárez, el entrevistado dijo que continúa brindando el servicio a las personas que llevan relojes de cuerda o de pilas.

“Dicen que este oficio va a desaparecer, pero lo cierto es que todavía hay gente que prefiere usar un reloj tradicional. Se requiere tener mucha destreza y paciencia para retirar y colocar cada diminuta pieza; para ajustar, engrasar o colocar resortes o nuevos extensibles. El sistema de funcionamiento de algunos ha cambiado, pero es necesario que también uno se adapte a lo nuevo conforme avanza la tecnología”, comentó Badillo.

En Saltillo hay pocos relojeros, pero se adaptan a lo digital con el objetivo de continuar el negocio y su profesión.

La tradición más enriquecedora continúa siendo reparar los relojes de cuerda. Algunos de ellos aún cuentan con piezas como joyas, pernos, carátulas antiguas y un engranaje que solamente puede ser comprendido por los relojeros.

Pese a que la tecnología avanza y se impone, además de que hay menos clientes, el oficio sigue siendo uno de los pilares de una tradición que no debe desaparecer.

“Durante los 20 años que tengo en el oficio he reparado cientos de relojes, desde antiguos hasta los que ya cuentan con tecnología digital o los que se recargan con el sol, pues aún así requieren de la mano de un experto”, indicó.